Wall Street 1853

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jueves, 28 de enero de 2016

El círculo de tiza cartesiano


A mediados de octubre de 1974 llegó el momento de aprender los primeros rudimentos de Geometría en la clase de Matemáticas.



En un extremo del encerado estaba la caja amarilla que contenía las deseadas tizas de colores, aún sin estrenar, desde que cuatro años antes comenzamos la Primaria. Como la ocasión era propicia para su uso, que hubiera hecho más amenas las clases y más vistosas las figuras, me armé de valor y me atreví a preguntar:

- “Don Jesús, ¿por qué no utiliza las tizas de colores?”

Y nuestro maestro respondió:

- “Porque os gustan, Bartleby, porque os gustan”.

4 comentarios:

  1. Seguro que lo hizo por vuestro bien, para que no os distrajerais.

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    1. Sin duda, Luis. Los Bartleby recibimos una educación esmerada.

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  2. Muy propio de la España enratonada, sucursal prosaica del Valle de Lágrimas, las de colores eran entonces un dispendio inconcebible del sistema educativo franquista. Recuerdo el pasaje del Valle en cuestión, en el rezo de la tarde, en unas escuelas más parecidas a las del S. XIX que a las actuales, yo me imaginaba un valle semihundido en un caldo salado y no lograba entender de donde habías salido tantas lágrimas, ni porqué les gustaba tanto el dichoso Valle, en fin....

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    1. Qué baratos salían aquellos dispendios: tizas, gimnasios, laboratorios...que nunca se utilizaban para no estropearlos. Así, lo que se gastaba en su adquisición se ahorraba en mantenimiento y reposición.

      En mi colegio (público) había una puerta al fondo de un pasillo, siempre cerrada, como en "Rebeca". Sabíamos que detrás había un laboratorio, pero juro que nunca jamás, en ocho años, la franqueé.

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