las cuales fueron tales que admiraron, alegraron y suspendieron a todos cuantos las oyeron, así simples como prudentes, así del vulgo como de los escogidos, y dieron más dineros a los representantes ellas tres solas que treinta de las mejores que después acá se han hecho? [...] Así que no está la falta en el vulgo, que pide disparates, sino en aquellos que no saben representar otra cosa".
Don Quijote de La Mancha, I parte. Capítulo XLVIII. Miguel de Cervantes Saavedra.
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