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lunes, 21 de septiembre de 2015

Siberiandalus

La Expedición Estepa, patrocinada por Mantecados y Polvorones Nuestra Señora de los Desamparados, ha sido concebida, planificada y co-financiada por el Consejo Superior de Investigaciones Andaluzas y la Agencia Regional de Implementación y Puesta en Valor de la Cuarta Modernización.

Su objeto es la investigación in situ, en el Distrito Federal Autónomo de Chukotka, el extremo más oriental de Siberia, de los restos de alfajor fósil hallados en un coprolito de hembra de mamut, con el propósito de determinar cómo el dulce navideño llegó desde su lugar de origen hasta el bajo Guadalquivir.

Una primera hipótesis ha sido la ruta occidental, que, atravesando las inmensas llanuras de Asia central y los Urales, llega hasta Crimea, gracias a un audaz viajante de comercio local, aunque, después de la conversión del Imperio Jázaro al judaísmo, fue ineludible mantener en secreto durante docenas de generaciones la receta del dulce producido con la manteca del impuro puerco. Se conjetura que, siglos más tarde, dos de sus descendientes lograron alcanzar el Mediterráneo occidental en un navío fletado por los últimos desertores que consiguieron librarse de la escabechina de la Octava Cruzada. Y del puerto de Aigues-Mortes a Sevilla fue un abrir y cerrar de ojos. Allí encontraron a un Fernando III aburrido del largo asedio, que recibió con alegría la reseca ambrosía y la popularizó como instrumento de suplicio contra el moro. 

La segunda vía de penetración es la oriental, que, salvando el estrecho de Bering, atraviesa Alaska, y, cruzando toda América del Norte, afianza al polvorón como la base primigenia de la arquitectura hopi en adobe, en territorio de Nuevo Méjico. Recuperada la versión comestible gracias al legendario chamán Flor de Cactus, comenzó su rápida expansión por las islas caribeñas. Cristóbal Colón conoció la azucarada elaboración en su tercer viaje, y se llevó un cargamento de regreso a Castilla con un doble propósito: impresionar a la reina con esa rareza de las Indias, y levantar con tan novedoso material su mausoleo.

Evidencias recientes apuntan a una tercera posibilidad, la llamada alternativa central. Según esta corriente, el viaje de los dulces en manteca fue obra de un solo individuo, de espíritu inquieto, que decidió tomar el camino más corto. Cargando varios sacos del exquisito manjar en su kayak, comenzó a remar hacia el polo norte magnético, desde donde se dejó caer en línea recta hasta el mismo Bilbao. Después de unas semanas habitando la orilla de la ría, el hombre, que según hallazgos óseos posteriores parecía padecer de reúma, volvió a remar, esta vez río arriba, camino del sur; y cuando se acabó el caudal, continuó paleteando con frenesí meseta abajo, por en medio del secano. Y así, fruto de su tenacidad, debió alcanzar el Guadalquivir a la altura de Mengíbar. Desde ese punto se dejó llevar por la corriente hasta que, muchas leguas más abajo se detuvo porque se le acababan las provisiones. Y en aquel mismo lugar, los famélicos ribereños, celebrando risueños el feliz encuentro de culturas, dieron cuenta de los dulces y de su portador, circunstancia que ha dificultado enormemente la tarea investigadora en nuestros días.

Admirable iniciativa, sin duda. 

Una nota de agencia de última hora nos informa de que esta mañana Algimiro Caso, que acababa de superar las pruebas de selección para participar como expedicionario en tan prestigiosa misión científica, manifestó, poseído de patria y amor, ante los micrófonos de Canal Sur Radio: “el andaluz tiene vocación universal”. Y acto seguido, la tierra se abrió bajo sus pies y se lo tragó, ante los ojos incrédulos de la becaria-entrevistadora.

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